Érase una vez, la tierra perfecta
Si tuviéramos que imaginar una tierra perfecta para cultivar la vid, pensaríamos en un lugar donde el cielo y el suelo se pusieran de acuerdo para cuidar de nuestros vinos. Y por eso, pensaríamos en Rioja. Una tierra que, por su clima y por la composición de su suelo, cuenta con las mejores condiciones para crear vinos de extraordinaria calidad.
La accidentalidad del terreno y su marcada pendiente desde la sierra hasta el río (700 m de altitud a 400 m en tan solo 5 km.) mejora el drenaje y evita el encharcamiento mejorando la aireación del viñedo y la posible aparición de hongos y otros problemas derivados del exceso de agua. Además su orientación al sur produce una mayor exposición al sol, evitando el riesgo de heladas primaverales y propiciando una excelente maduración del fruto, haciendo de la Rioja Alavesa una joya en el norte de la península ibérica para la producción vitivinícola.
Los suelo son pobres, lo que provoca bajos rendimientos, en un 95% los suelos son de tipo arcilloso-calcáreo, exceptuando el 5% a orillas del Ebro que son suelos aluviales. Si tuviéramos que imaginar un clima perfecto para crear el mejor vino, pensaríamos en una atmósfera donde los veranos y los inviernos conspiraran para conseguir la máxima expresión de nuestros vinos. Y por eso, pensaríamos en la Rioja Alavesa. Situada en la depresión del Ebro, disfruta de unas características climáticas idóneas para obtener excelentes cosechas.
Clima
Aquí los veranos son secos y calurosos, del tipo mediterráneo, con temperaturas que suelen superar los 22ºC durante algunos meses, y los inviernos son bastante fríos, con escasas precipitaciones y posibilidad de heladas. Un clima al que se puede denominar continental mediterráneo o mediterráneo de interior. Teniendo en cuenta las lluvias, se habla de clima continental por la frecuencia y mediterráneo por las precipitaciones, inferiores a los 30 mm en los meses estivales.
El clima de la Rioja Alavesa es un clima Mediterráneo con influencia Atlántica, el río Ebro y su gran valle, que delimita al sur la zona que describimos, es el causante de que el clima mediterráneo alcance latitudes tan alejadas del “mare nostrum” situado a 400 km. de distancia, mientras que la sierra de Cantabria que delimita al norte la zona vinícola, suaviza la influencia del Atlántico, que se encuentra a menos de 100 km., gracias al efecto Foehn o Föhn. Evitando las precipitaciones que deberían producirse en un clima Atlántico, y que en la zona no sobrepasan los 600 l/m2 al año. Siendo más abundantes en los meses de otoño que durante la primavera, lo cual evita la aparición de hongos cuando la planta comienza su ciclo vegetativo.
Las temperaturas medias anuales se encuentran sobre los 11ºC. En verano se superan los 22ºC en las temperaturas medias de algunos meses y en invierno las bajas temperaturas posibilitan las heladas y favorecen las nieblas.
La bodega y las viñas de Señorío de las Viñas se encuentran en un meandro del Ebro, en tierras de La Guardia, en la Rioja Alavesa. Dominadas y protegidas por el Cerro de la Mesa, cuentan con una orientación y mesoclima idóneos para la crianza del vino.
Suelo
Los viñedos crecen en un terreno de 60 hectáreas, en suelos de tipo aluvial. Son franco-arenosos y calizos en las capas más profundas, y arcillo-arenosos, con estructura pedregosa media y alta (canto rodado), en las capas medias y superficiales. Tienen una gran permeabilidad y capacidad de retención de agua variable.
El tipo de suelo más abundante en esta finca es pedregoso en un 10-15% y de textura franco caliza fina. Ocupa cerca del 40% del viñedo y es el más próximo a la bodega. El terreno desciende de manera suave hacia el Ebro. Es profundo, con más de 125 cm de espesor, y se extiende en tres terrazas entre los 420 y 400 metros de altitud.
Las características del suelo, y el clima de las finca, dan lugar a viñedos de producción escasa: se obtienen unos 5000 kg/ ha con adelantos en la maduración del fruto, en parte ocasionados por el calor que desprende el manto de canto rodado de la superficie.